viernes, 23 de marzo de 2018

MARRUECOS EN LA NOVELA LEGIONARIA (6): ¡LOS QUE FUIMOS AL TERCIO! de JOSÉ ASENJO ALONSO


ASENJO ALONSO, José: ¡Los que fuimos al Tercio! (Editorial Miguel Albero. Madrid 1932. 379 páginas).
   José Asenjo reunía en su persona dos cualidades que le hicieron testigo de importancia en los acontecimientos de Annual. Primero por ser redactor de El Telegrama del Rif, el diario melillense imprescindible en las campañas marroquíes. Segundo porque en aquellos días era capitán de La Legión. Son datos biográficos que le ponen en el lugar de los hechos, que tuvo la ocasión de recoger testimonios y relatos y que supo de primera mano hechos relevantes y otros no tanto de la historia bélica de España en los años veinte del siglo XX. Eso no quiere decir que escriba bien, aunque cuente detalles originales.

   La novela está dedicada  A los muertos de La legión, de ese Tercio, más español que extranjero, en Marruecos, verdaderos soldados desconocidos, de todos los pueblos y razas, sin lápidas ni monumentos alegóricos bajo “Arcos del Triunfo”, ni exaltados en “novelas sonoras” ni películas tremebundas; rara selección de hombres rebeldes y cobardes en la paz, abnegados y poetas en la guerra, que con una elegancia y un heroísmo sin límites supieron ir sembrando de nombres gloriosos y cruces simbólicas la ruta, invertida, del calvario de Annual. Y en esta dedicatoria está la intención y el resumen de la personalidad de los personajes que aparecerán. La Legión como redención y como oportunidad para personas que perdieron el pie en la sociedad pero que merecen otra oportunidad. Estos hombres desarraigados, perdidos en el mundo, adquieren una buena dosis de autoestima al integrarse en el tercio; eso dice el autor de la novela como moraleja subyacente en el relato: ¿De dónde nace ese espíritu de hidalguía, de caballerosidad, que a los hombres de La legión anima? Pues nace de un poderoso y elevado sentimiento de amor propio, de afectos fraternos y de fe inquebrantable en los propios valores morales, unido a un exaltado concepto de lo que valen en la guerra la lealtad y la disciplina, que ha sabido inculcarles un hombre mitad ídolo mitad caudillo, de verbo cálido y corazón ardiente (página 73). Personas que, si se las coloca en el lugar adecuado en el momento oportuno, se revelan como seres nobles, desprendidos y de conducta heroica.

   El principal defecto de estas novelas es que son poco novelas. Perdone el lector si llamamos novela al conjunto un tanto macizo, de todas estas páginas que te esperan… (página13), nos advierte el autor.  Son grandes reportajes de un cuerpo recién creado, atractivo para el lector que todavía no lo conocía, pero  donde la acción, la intriga o el hecho de ficción que puede servir de pegamento no tienen cabida. El autor no es un novelista, es un periodista propagandista.  Porque en la literatura colonial, como ya señaló en 1931 Eugène Pujarniscle, hay un deseo de explicar una situación por parte de los colonos o militares que se creían incomprendidos o poco valorados. Muy explícito y directo:    Pero a la mayoría de los españoles no se les ocurrió otra cosa que creer que estas cuestiones de África eran obra simplemente de los militares, como si Marruecos fuera un extenso campo de deportes que la oficialidad hubiera hallado al otro lado del Estrecho para jugar a la guerra, ascender y obtener cruces, mientras sacrificábase la juventud española. Bien está que los discípulos de Marx y de Lenin incluyeran en sus programas el abandono de este problema, aunque resulte extraño que esos hombres tan humanos e igualitarios se opongan a principios de socialización y de cultura en provecho de pueblos y razas humildes… lo malo es que políticos de los partidos liberales y conservadores, que alternan en el Gobierno, volvieran la espalda a esta cuestión marroquí hasta el punto de ostentaron lema casi común: “Ni un hombre ni una peseta más”, ignorando que la mayor parte de estos problemas coloniales encierran, en principio, un problema militar que no se puede resolver a medias (páginas 143-144). Y remataba en una afirmación asumible por cualquier novelista patriótico del hecho de Annual: La rebeldía de los indígenas no se puede acallar, de momento, con escuelas y dispensarios médicos (página 144).
   La novela es un recorrido por el camino de los alistados. Buenos Aires, el barco, Ceuta, Dar Riffien, la guerra, el hospital... Una novela de situaciones, de sentimientos. Un poco larga para lo que cuenta, aunque sean noticias de la primera hora legionaria.   Asenjo la construye según su propia experiencia, es decir como periodista. Reúne a cuatro diferentes personajes de Buenos Aires que se alistan al banderín que puso El Tercio en el Consulado español. Cada uno con su propia historia, con sus motivos más o menos ocultos o vergonzosos. Y narran las aventuras en supuestas crónicas enviadas a periódicos extranjeros. Arquetipos de gente aventurera y sin nada que perder: Un delincuente alemán homosexual, un cura secularizado, un francés borracho y anticlerical y un aristócrata español aventurero y jugador.

    No es una novela de guerra porque la acción principal no se desarrolla en el combate, sino en el campamento o cuartel. Largas descripciones de vida de soldado: tienda, marcha, enfermería, combate pero sin los detalles propios de una acción de guerra. Es la descripción de los hechos, sin darles la emoción propia de una novela, desde un bando combatiente. Por eso el libro se hace largo: no pasa casi nada. El enemigo se intuye, se habla de su manera de combatir, de su dureza pero sin el protagonismo que debiera. Aparece a modo de amenaza e infunde un temor sobre los legionarios españoles que contribuye a crear un ambiente de angustia: Confieso que la Legión y esta guerra son superiores a mis fuerzas y que los moros me inspiran un gran terror. Pobrecillo de mí si cayera en sus manos (página 128). El protagonista siente pavor ante métodos y maneras que el lector desconoce.
   Los legionarios siguen la ruta de la reconquista. Combaten en el camino de la derrota anterior desde Melilla. Como novela no tiene mucho interés, como testimonio de los primeros tiempos de La legión puede llenar la curiosidad de los seguidores del ese cuerpo militar.

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