ÁVILA LAUREL, Juan Tomás: La
carga (Palmart/Cooperación Española/Centro Cultural Hispano-Guineano.
Valencia 1999. 79 páginas).
Ávila Laurel es ya uno de los escritores
guineanoecuatoriales más importantes. Tiene una producción amplia y ha sido
traducido a varios idiomas. Nació en Malabo en 1966, dos años antes de la
independencia, y vive en España. Empezó publicando en ediciones modestas del
Centro Cultural Hispano-Guineano de su ciudad natal, que fue el germen de
algunos de los escritores del país. Primero poesía: Poemas. Ramblas (1994), Historia
íntima de la humanidad (1999) y teatro: Pretérito
imperfecto (1991) y otras. Se inicia con el relato con Rusia se va a Asamse (1998) y con otras obras posteriores de mayor
madurez: Avión de ricos, ladrón de ceros
(2009), Arde el monte de noche
(2009), etc. Y cultivó el ensayo en El
derecho de pernada (2000) o Guinea
Ecuatorial: Vísceras (2006). Se le puede seguir en su blog http://www.fronterad.com/?q=blog/18
Y, para conocer
mejor su vida y obra: http://www.guineanos.org/index.htm
La novela colonial está llena de mitos
coloniales y mitos anticoloniales. Es lógico porque son los símbolos en los que
se sustentan los argumentos según el proyecto intelectual y estético del autor.
Estos arquetipos no responden a creencias exactas sino que se trata de recursos
sobre los que desarrollar un argumento. Ávila Laurel los usa aunque su novela
no abunda en esto. La simpleza del relato del buen colonizador queda
sintetizado así: Siempre se creyó que la
vida de un blanco en tierras africanas se sujetaba al patrón descrito y
pregonado por los curas y maestros de la primera época de las incursiones
coloniales: trabajo, casa, misa de los domingos y festivos, y algún paseo por
campos y playas, pero mientras abrimos los ojos nos vamos dando cuenta de que
las diferentes maneras en que las circunstancias del mundo influían en aquella,
forjaban su carácter y hasta muchas veces los despojaban de este aire de seres
distintos con que siempre los han visto los nativos (página 14). Queda
claro que el colono se engrandece en la colonia, que un peninsular podía llegar
a ocupar un estatus alto en Guinea. Pero no rehúye la imagen del guineano
sumiso: …bastaba en aquella época ser
visitado o saludado en público por tan alta autoridad para sentirse protegido,
amado y valorado. Una mano que se va, otra que se extiende para gestar una
amistad privilegiada, aunque siempre hay voces que afirman que la pobreza nunca
se casará con la abundancia (página 34). Los escritores africanos, al
trabajar los relatos con caracteres generales pueden caer en un vicio muy
comercial que es construir novelas
exóticas para el divertimento de lectores occidentales con ganas de descubrir
paisajes originales.
La
carga es un relato fresco de la vida en Mbini (río Benito para los
españoles) a principio de la década de los 40 del siglo XX. De la convivencia
pacífica, aunque estratificada verticalmente, entre los europeos y los
originarios del lugar. Los españoles siempre consideraron mejor a los pueblos
playeros (usando la terminología colonial) que a los fang del interior. Las
etnias de la franja litoral de Río Muni no sostuvieron guerras contra los
colonizadores como hicieron los fang, posiblemente las sufrieran al igual que
los españoles. En cambio, no fueron sometidos a la recluta forzosa, una de los
episodios más denigrantes de la Guinea española. El fang fue el guineano menos
querido por los españoles, al que consideraban mejor para el trabajo de bracero
pero menos fiable.
La novela es un relato cotidiano de la vida
en el pequeño poblado. Los españoles que trataban de adaptarse como podían a la
vida africana, sufriendo molestias hasta entonces desconocidas como las niguas.
Y los guineanos que procuraban aprovechar las ventajas de la presencia
española. Tiene humor, ironía sobre la reducida sociedad benita: Pero, ¿existía filosofía en Río Benito? Si comer, beber y trabajar para que los
niños tengan un buen futuro es la esencia o la razón de ser de la filosofía,
nadie puede dudar de que los habitantes de este lugar ejercían tan alto saber (página 50). Una sociedad de las pequeñas
cosas cotidianas, de la lucha por la existencia. Una novela sin un argumento
principal claro, pequeñas historias que se cruzan para dar una imagen global: … si
los escritores no dispusieran del libre albedrío para circular libremente por
la senda de la creación literaria (página 55). Y que termina con un
sustancioso diálogo entre españoles sobre la idea común de colonización y la
razón de la presencia española, resumida en una frase: Venimos principalmente porque ya no queda nada sin dueño en Europa y lo
que hay aquí, aunque es de estos negros, todavía podemos cogerlo sin que ellos
se den cuenta y se enfaden. Así las cosas, lo menos que podemos hacer es
agradecer que todavía son ciegos; por eso, no entenderé nunca como os asquea su
ignorancia cuando es gracias a ella que os llaman señor y jefe (página 75).
No hay comentarios:
Publicar un comentario