ROS
ANDREU, Juan Bautista: La conquista de Alhucemas o En el Tercio
está el amor (Las Palmas 1932. Tipografía La Provincia. 328 páginas + 5
hojas).
La conquista de Alhucemas es uno de los
primeros relatos sobre La Legión y uno de las novelas coloniales más difíciles
de conseguir en la actualidad, tal vez porque se publicó en Las Palmas. Según
leemos en el libro Periodistas canarios.
Siglos XVIII-XX (La Laguna 2005) de Eliseo Izquierdo, Ros Andreu fue un
periodista valenciano nacido en 1893 en Torrente. Pero su vida periodística la
desarrolló en Canarias, donde fue redactor de La Provincia en 1928, de Acción
entre 1930 y 1935, de Falange entre
1939 y 1945, director del diario católico El
Defensor de Canarias en 1933 y de la efímera revista Triana en 1946. Murió en Torrente en 1966. Era un hombre de ideas
falangistas y franquistas. La novela es fruto de sus experiencias personales
como legionario.
El
autor fue legionario y nos lega un testimonio que resulta largo como novela y
como libro de recuerdos. Este tipo de narración, en la que el autor quiere
volcar todos sus conocimientos inmediatos sobre la situación, sobre el cuerpo
militar, sobre las operaciones y lo que las antecedía, hace que se calibre mal
lo importante y lo que no lo es. El testimonio de lo vivido se sobrepone a la
necesidad de que exista una acción constante, una cierta intriga, más allá del
reportaje de campamento y batalla. Pero, además, pronto abandona el escritor lo
testimonial, lo histórico, para centrarse en una historia de amor un tanto
inverosímil. Este es el principal defecto de Ros Andreu como novelista (creo
que solo escribió este libro). Porque el detalle en la descripción de las
operaciones es lo mejor del libro porque nos muestra el modo de combatir de la
época y la manera de actuar de La Legión, pero es la menor parte. A la novela
le falta ritmo e intriga y le sobran momentos muertos de tedio en el
campamento. Quiere ser fiel a lo que vivió pero muchos momentos carecen de
interés.
El
relato habla de las peripecias de una bandera de La Legión en el momento
anterior al desembarco de Alhucemas. Comienza con la llegada de los nuevos
reclutas al campamento de Dar Riffien, y su inmediata salida al campo de
batalla.
A
principios de 1924, las tropas españolas quedaron sitiadas en Xauen. La
situación era delicada y faltaban provisiones. Las huestes de Abd el Krim
mandaba en las montañas de Beni Aros. El 29 de septiembre de ese año, las
columnas españolas lograron entrar en la ciudad y los legionarios sitiados se
sintieron invadidos de alegría y esperanza de que la guerra acabara pronto.
Pero fue un reflejo falso. El mando tenía decidido el abandono de la plaza y la
concentración de tropas en Tetuán y los alrededores, en una maniobra táctica
que asegurara el control de la capital hasta que se pudiera desembarcar en
Alhucemas. Se iban a iniciar unas jornadas sangrientas y de una dureza parecida
a la retirada de Annual. Tarea
dificilísima que costaría la vida de muchos hombres si no se atendía a la
táctica de guerra especialísima para las retiradas, particularmente en
territorio africano (página 103). Porque el enemigo conocía los planes
españoles y estaba preparado para impedirlos: Los rebeldes…, se concentraron en los puntos estratégicos por donde
necesariamente habían de pasar las tropas españolas (página 103). Y esa
situación es la que prepara el autor para cantar la epopeya legionaria. Pero a
la novela le falta emoción en los momentos dramáticos, no consigue trasmitir la
tensión del momento de la batalla, que el autor debía de conocer bien por
haberlo sufrido en sus carnes. Tiene un exceso de reflexiones y de
conversaciones.
La
novela es cambiante, de ritmo cortado, mal estructurada y aburrida. Hay algo de
exotismo, de amores con prostituta, de relaciones homosexuales y de activismo
marxista. Todo ello se dio en las filas del Tercio, pero el autor lo introduce
en el relato a capón, sin seguir una línea argumental clara, rompiendo el
esquema de novela bélica y creando un libro que pierde el interés y resulta
aburrido. Ros Andreu es más periodista que novelista, es mejor en el reportaje
de guerra que en la trama de ficción. Las páginas de combate en los montes
rifeños, si tener una especial emoción, son las las más auténticas, las vividas,
las realistas. En ellas están los recuerdos del escritor y la emoción que
siente por haber pertenecido a un cuerpo heroico en los momentos más peligroso
de la guerra.
Publicada
en 1932, siete años después de los hechos finales del relato. Esta distancia le
quita emoción y trata de sustituirla por intrigas novelesca de poca tensión. Despacha
en pocas líneas aspectos como las prácticas de desembarco en Dar Riffien, por
ejemplo, y se alarga en una historia melancólica del protagonista en la que
nunca se avanza. Y termina con un final forzado y ya desligado totalmente del
desembarco que le da título.
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