sábado, 8 de mayo de 2021

MARRUECOS EN LA NOVELA LEGIONARIA (10): LA CONQUISTA DE ALHUCEMAS de JUAN BAUTISTA ROS ANDREU

 

ROS ANDREU, Juan Bautista: La conquista de Alhucemas o En el Tercio está el amor (Las Palmas 1932. Tipografía La Provincia. 328 páginas + 5 hojas).


   La conquista de Alhucemas es uno de los primeros relatos sobre La Legión y uno de las novelas coloniales más difíciles de conseguir en la actualidad, tal vez porque se publicó en Las Palmas. Según leemos en el libro Periodistas canarios. Siglos XVIII-XX (La Laguna 2005) de Eliseo Izquierdo, Ros Andreu fue un periodista valenciano nacido en 1893 en Torrente. Pero su vida periodística la desarrolló en Canarias, donde fue redactor de La Provincia en 1928, de Acción entre 1930 y 1935, de Falange entre 1939 y 1945, director del diario católico El Defensor de Canarias en 1933 y de la efímera revista Triana en 1946. Murió en Torrente en 1966. Era un hombre de ideas falangistas y franquistas. La novela es fruto de sus experiencias personales como legionario.




   El autor fue legionario y nos lega un testimonio que resulta largo como novela y como libro de recuerdos. Este tipo de narración, en la que el autor quiere volcar todos sus conocimientos inmediatos sobre la situación, sobre el cuerpo militar, sobre las operaciones y lo que las antecedía, hace que se calibre mal lo importante y lo que no lo es. El testimonio de lo vivido se sobrepone a la necesidad de que exista una acción constante, una cierta intriga, más allá del reportaje de campamento y batalla. Pero, además, pronto abandona el escritor lo testimonial, lo histórico, para centrarse en una historia de amor un tanto inverosímil. Este es el principal defecto de Ros Andreu como novelista (creo que solo escribió este libro). Porque el detalle en la descripción de las operaciones es lo mejor del libro porque nos muestra el modo de combatir de la época y la manera de actuar de La Legión, pero es la menor parte. A la novela le falta ritmo e intriga y le sobran momentos muertos de tedio en el campamento. Quiere ser fiel a lo que vivió pero muchos momentos carecen de interés.

   El relato habla de las peripecias de una bandera de La Legión en el momento anterior al desembarco de Alhucemas. Comienza con la llegada de los nuevos reclutas al campamento de Dar Riffien, y su inmediata salida al campo de batalla.

   A principios de 1924, las tropas españolas quedaron sitiadas en Xauen. La situación era delicada y faltaban provisiones. Las huestes de Abd el Krim mandaba en las montañas de Beni Aros. El 29 de septiembre de ese año, las columnas españolas lograron entrar en la ciudad y los legionarios sitiados se sintieron invadidos de alegría y esperanza de que la guerra acabara pronto. Pero fue un reflejo falso. El mando tenía decidido el abandono de la plaza y la concentración de tropas en Tetuán y los alrededores, en una maniobra táctica que asegurara el control de la capital hasta que se pudiera desembarcar en Alhucemas. Se iban a iniciar unas jornadas sangrientas y de una dureza parecida a la retirada de Annual. Tarea dificilísima que costaría la vida de muchos hombres si no se atendía a la táctica de guerra especialísima para las retiradas, particularmente en territorio africano (página 103). Porque el enemigo conocía los planes españoles y estaba preparado para impedirlos: Los rebeldes…, se concentraron en los puntos estratégicos por donde necesariamente habían de pasar las tropas españolas (página 103). Y esa situación es la que prepara el autor para cantar la epopeya legionaria. Pero a la novela le falta emoción en los momentos dramáticos, no consigue trasmitir la tensión del momento de la batalla, que el autor debía de conocer bien por haberlo sufrido en sus carnes. Tiene un exceso de reflexiones y de conversaciones.



   La novela es cambiante, de ritmo cortado, mal estructurada y aburrida. Hay algo de exotismo, de amores con prostituta, de relaciones homosexuales y de activismo marxista. Todo ello se dio en las filas del Tercio, pero el autor lo introduce en el relato a capón, sin seguir una línea argumental clara, rompiendo el esquema de novela bélica y creando un libro que pierde el interés y resulta aburrido. Ros Andreu es más periodista que novelista, es mejor en el reportaje de guerra que en la trama de ficción. Las páginas de combate en los montes rifeños, si tener una especial emoción, son las las más auténticas, las vividas, las realistas. En ellas están los recuerdos del escritor y la emoción que siente por haber pertenecido a un cuerpo heroico en los momentos más peligroso de la guerra.  

   Publicada en 1932, siete años después de los hechos finales del relato. Esta distancia le quita emoción y trata de sustituirla por intrigas novelesca de poca tensión. Despacha en pocas líneas aspectos como las prácticas de desembarco en Dar Riffien, por ejemplo, y se alarga en una historia melancólica del protagonista en la que nunca se avanza. Y termina con un final forzado y ya desligado totalmente del desembarco que le da título.

 

 

 

 

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