ROS DE OLANO, Antonio:
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Leyendas de África
(Gaspar y Roig. Madrid 1860. 28 páginas)
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Episodios Militares
(Imprenta de Manuel Ginesta. Madrid 1884. 258 páginas. Prólogo de José
Navarrete; Impronta. Gijón 2020. 200 páginas. Edición de José Luis García
Martín).
Ros de Olano fue un militar de origen catalán nacido en Caracas en 1808.
Hombre de tendencia moderada, participó en las luchas políticas del siglo XIX
como era habitual entre los militares. Como ministro de Instrucción Pública
propulsó la enseñanza primaria y fue el creador de las Escuelas Normales. Muy
amigo de Leopoldo O’Donnell, participó a sus órdenes en la Guerra de África mandando
el Tercer Cuerpo de Ejército. La reina lo nombraría después de la campaña
marqués de Guad el Jelú con grandeza de España. Participó en la Revolución
Gloriosa de 1868, aunque luego sería partidario de la Restauración siguiendo a
Sagasta. Fue creador de la gorra militar llamada ros.
Además de militar, tuvo una actividad literaria llena de romanticismo.
Participó en El Parnasillo y fue muy amigo de Espronceda, con quien colaboraría
en el drama Ni el tío ni el sobrino (1834).
Publicó dos novelas raras y difíciles para el lector actual
(posiblemente también para sus contemporáneos): El diablo las carga (1840)
y El doctor Lañuela (1863).
Como reflejo de sus dos pasiones, Ros de
Olano escribió sobre la Guerra de África el libro titulado Episodios militares (1884). El libro comienza con los recuerdos de
la Primera Guerra Carlista y, en la página 129, después pasa a la de Marruecos
con dos relatos largos y quince cortos llamados por el autor saltos de la
memoria. Aunque basados en los recuerdos, se trata más bien de recreaciones
literarias de algunos episodios, escritos suavizando el estilo alambicado y
ampuloso, buscando la sonoridad o la belleza de la palabra, que caracterizaba
al autor por lo que la lectura es más fácil. El autor siente una afición
natural a la tierra marroquí que ya había visitado antes de la guerra.
En el primer cuento, Guad el Jelú-Tetuán, se olvida de la guerra para hablar de amistad
con un tetuaní. Nos pinta a un marroquí frugal en el comer puesto que la comida
es solo lo necesario para que el cuerpo resista y pueda comerciar. Señala: … así son todos los moros, entre los que
bien puede asegurarse que no hay un solo hombre disipado… (página 135). Su
amigo Abd el Kader y el hijo de éste simbolizan el marroquí tranquilo, amable,
cortés. Tan ajeno a la guerra de la política como los reclutas españoles. Le
cuenta cómo se fundó Tetuán, le señala la belleza de su tierra. El militar oye
las leyendas y las canciones que traduce en el libro. No hay odio al enemigo ni
soberbia en la victoria. Ros de Olano era una persona culta que admiraba otras
culturas.
Esta narración la publicó previamente, en
1860, en un libro con el título de Leyendas de África, en el que solo aparecía Guad el Jelú-Tetuán.
En segundo se refiere a un perro que entró
en Tetuán, Carambola de perros.
Los saltos de memoria son más cortos y
combina hechos castrenses con divagaciones en las que suele estar presente
África. Ros de Olano no es un cuentista de narraciones de historias completas y
desarrollo perfeccionado como era Alarcón, sino que es un escritor que deja
volar la pluma llenando recuerdos e imágenes. El territorio que sirvió de sede
a la batalla es la zona de caza de un hombre en tiempo de paz; recuerda con
amabilidad a sus ayudantes y agregados, sobre los compañeros y jefes;
reflexiona sobre el moro enemigo pero sin el desprecio que se observa en muchos
de los escritores imbuidos de eurocentrismo y superioridad cultural y recuerda
doce años después de la guerra una vez que se le ha pasado el brío del momento.
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