FERNÁNDEZ DE LA REGUERA,
Ricardo y MARCH, Susana: El desastre de Annual
(Planeta. Barcelona 1968. 502 páginas; Planeta. Barcelona 1975. Dos tomos de
252 y 503 páginas; Planeta Serie Antología literaria. Barcelona 1985. 440
páginas; Planeta. Barcelona 1999. 449 páginas).
La profusión de ediciones de esta novela en la editorial Planeta indica
que fue uno de los grandes éxitos de la novela española y que continúa
vendiéndose y leyéndose. El matrimonio de autores se había propuesto continuar
los Episodios de Galdós, que algunos consideran un género, como hicieron otros
anteriormente (por ejemplo Francisco Camba), aunque con técnica y visión
diferentes. Toman la empresa donde la
dejó Pérez Galdós y en 1963 publican la primera novela de la serie: Héroes
de Cuba. La muerte de March impidió que la serie continuara y quedó
interrumpida en el primer tomo de La República (1988). En total diez
episodios en once novelas. Cuando comenzaron ya eran autores conocidos, leídos
y traducidos. Ricardo Fernández de la Reguera nació en Cantabria en 1912 y
murió en 2000 era un autor famoso por novelas como Cuando voy a morir
(1953), Perdimos el paraíso (1955) o Cuerpo a tierra (1957).
Ganador de varios premios fue, además, profesor universitario en Barcelona.
Susana March nació en Barcelona en 1918 y murió en esa misma ciudad en 1991.
Fue autora de varios libros de poesía desde Rutas (1938) hasta Poemas
de la Plaza Real (1987), y de cuatro novelas en solitario.
En 1968 apareció El Desastre de Annual. Los autores vuelven a
poner en actualidad la guerra de Marruecos que permanecía olvidada en la novela,
se inicia así la segunda fase del Ciclo de Annual. Es una novela escrita
con estilo directo, sin artificios y sin poesía. Cuenta los hechos
cronológicamente pero desde varios puntos de vista que se van superponiendo. La
inician con un extenso prólogo en el que ponen al lector al corriente de los
hechos y añaden una pequeña bibliografía final. Los autores tuvieron, como
decimos, el acierto de volver a poner de actualidad el desastre de Annual. Si
en los años veinte la literatura sobre Marruecos se dividía entre críticos y
patriotas, en 1968 (cuando la censura franquista se abría un poco y los
lectores buscaban ya otros puntos de vista) era posible publicar una novela
que, aunque a grandes rasgos sigue la doctrina ortodoxa de lo que pasó, ya se
permitía algunas críticas. Por ejemplo, el trato al soldado, la deficiencia en
la instrucción, material y comida, algunos errores de bulto de los militares a
la hora de diseñas y efectuar la campaña, etc.
La novela comienza con la toma y pérdida de Abarrán, la tragedia de
Igueriben y los episodios de Sidi Dris y Afrau. Es decir, con la sucesión de
hechos inmediatamente anteriores al abandono de la posición principal. Son
descritos con detalle, muy fieles a lo que pasó, imaginando diálogos de mandos
y soldados. Tal vez lo peor de la novela es el lenguaje falso de la tropa,
coloquial pero sin excesos que hubieran sido normales en el frente (tales como
insultos, blasfemias y otras palabras gruesas). El hecho crucial de no haber
tomado permanentemente la llamada Loma de los Árboles, que precipitó la caída
de Igueriben, se narra de forma creíble. Está claro que la caída de Igueriben
precipitó todo lo que vino después y, por eso, los autores se detienen a
describir minuciosamente lo acontecido. Empieza a dibujarse la tragedia que se
traducirá en las desgracias individuales de miles de soldados, cuya cruda
descripción es una de las características de esta novela y uno de los motivos
de su éxito. El hambre, la sed, el calos, las enfermedades, la falta de
auxilios, el abandono, la desesperación… La retirada continúa hasta dar Drius,
Batel y Monte Arruit, con cuya caída termina el relato. Los autores han podido documentarse bien en
la bibliografía de la época, basta con leer el resumen del expediente Picasso
publicado por el editor Javier Morata en 193. La huída ciega de los pobres
soldados está bien relatada en el libro Annual (1922) de Eduardo Ortega
y Gasset, que confesaba haber reproducido las experiencias que le contaron.
Susana March R. Fernández de la Reguera
Lo distinto de esta novela, frente a otras del mismo ciclo, es que la
narración se centra en la vida del soldado en el frente. A través de ellas,
porque son varios narradores de tropa, se describen los hechos militares y los
sucesos del desastre. Los autores dejan escapar las intencionalidades políticas
de la intervención en Marruecos, la posible intervención real, las diferencias
entre Silvestre y Berenguer, las responsabilidades de ambos o el error del
general Navarro al dejar Dar Drius y resistir en Monte Arruit. Los autores son
conscientes de que la dureza de la condición de soldado daba suficiente para
mostrar la tragedia y en eso tenían razón porque la crudeza de los episodios
descritos han llegado muy bien a los lectores de las sucesivas ediciones. No
sabemos si porque no era su intención al escribir la novela, porque no querían
ser demasiado críticos con el Ejército o porque la censura les hubiera impedido
otra visión. A los autores les interesa solo el punto de vista del soldado en
la trinchera, en la posición, en la huida, en el cautiverio…. Son ellos los
protagonistas que se relacionan con los mandos y que combaten al moro. No
obstante, salvan de la general incompetencia militar a algunos mandos como los
tenientes coroneles Primo de Rivera, de la Caballería de Alcántara, o Pérez
Ortiz de la Infantería de San Fernando -cuyo libro De Annual a Monte Arruit
(1923) es también fuente de la novela-. El soldado de reemplazo, con sus miedos
y esperanzas, nos conduce por los caminos rifeños llenando al lector de la
terrible angustia del momento. El hombre joven que quiere evitar la muerte que
le acecha de manera injusta.
Pero Fernández de la Reguera y March caen en algunos errores históricos.
El episodio del pozo nº 2 no fu un acto de heroísmo sino de cobardía. La
conducta del general Navarro tratando de ganar Monte Arruit para que fueran
salvados desde Melilla quizás fuera un episodio de incompetencia. Pero los
autores creen en el fatalismo, en lo irremediable de la situación: 29 de
julio de 1921. El general de brigada don Felipe Navarro y Ceballos-Escalera,
Barón de Casa Davalillo, ha entrado en Monte Arruit con 900 hombres. Es un 29
de julio. En Monte Arruit hay ahora 3.000 sobrevivientes de la catástrofe. Y la
muerte no se ha detenido. Está allí, delante de ellos, pavorosa e insaciable
(página 433). Y con eso se llega a un final amargo que, en definitiva, fue el
final amargo de los sucesos de julio de 1921 en el Rif.
La novela es un buen ejemplo de novela bélica. Los autores volvieron a
dar alguna noticias sobre Marruecos en la siguiente novela de la serie: La
Dictadura.
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