VEGA RUBIO, Luis Antonio de:
-
Por el camino de los
dromedarios (Patria Hispana. Madrid 1942. 222 páginas + 1 hoja).
-
Yo he sido emperador
(Luis de Caralt editor. Barcelona 1943. 224 páginas).
-
Mis amigas eran espías (Luis
de Caralt editor. Barcelona 1943. 183 páginas + 1 hoja).
-
Espías sobre el mapa de
África (Escélicer. Madrid 1943. 254 páginas + 1 hoja).
Los libros de
relatos encierran posiblemente lo mejor de la narrativa de Luis Antonio de
Vega. Es donde el escritor se muestra más imaginativo, más ingenioso y menos
pegado a la realidad. En concreto, sus relatos sobre espías resultan todavía
amenos y atractivos al lector. A estos relatos el autor los llama reportajes,
tal vez porque juega a confundir al lector entre lo real y lo fantasioso,
porque aparece como protagonista y porque recorre los confines del Magreb desde
el Sahara hasta Túnez. Juega con su papel de periodista en varios periódicos de
España y Marruecos, labor en la que destacan algunas crónicas de viajes
publicadas en la revista África, como si lo que contaba fuera fruto de
su trabajo.
El primero de estos
libros es Por el camino de los dromedarios (1942). Puede ser considerado
un libro de viajes por el Atlas. El autor refiere hechos vividos, descripciones
de ciudades y caminos y la situación social. Pero añade algunas consideraciones
de su Marruecos imaginado. Hasta dónde llega la realidad y dónde empieza
su recreación es algo difícil de saber. Algunos de sus capítulos –como Hermano
del demonio- los publicaría después como novela breve.
Un año después
publicó Yo he sido emperador, título del primero de los cuentos
ambientado en Fez. Una colección de once narraciones que discurren por el
Marruecos francés, Túnez, Egipto, Argelia, Mauritania o el Sáhara inventado de
leyendas modernas, etc. Tiene pocas incursiones por el Protectorado español: la
tercera de las narraciones –Cómo renuncié a ser santo- comienza, antes
de marcharse a Mogador, contando algunas anécdotas de Marlene Dietrich y Von
Sternberg cuando rodaban Marruecos en las playas de Río Martín. En Una
población sin mujeres recrea las incursiones guerreras de El Raisuni por el
Fondak de Ain Yedida y R’Gaia.
Lo mejor de
Luis Antonio de Vega son los relatos
recopilados en los dos libros siguientes. Son los cuentos más frescos, más
imaginativos y con un sentido del humor suave y elegante. El autor nos quiere
presentar, como siempre, un Marruecos imaginado pero más fantástico y
extraordinario. Como si el país fuera un inmenso nido de espías,
preferentemente femeninas, que convirtieran todo en un laboratorio de
informaciones secretas donde se disputaban la primicia agentes de todos los
países.
Mis amigas eran
espías, compuesto por siete narraciones, apareció en 1943. Fue un año
especialmente bueno para el autor ya que publicó tres libros de relatos
africanos. Son historias amables, revestidas de una falsa nostalgia, sobre
mujeres relacionadas con los servicios secretos que abundaban en el
Protectorado según la imaginación del escritor. No son relatos de intriga bien
armada, ni se trata de thrillers lleno de emoción. Pero tampoco son aventuras
de novelas de kiosco. Son divagaciones del autor que quiere presentarnos
un mundo misterioso lleno de gabinetes
negros, servicios especiales y acciones de las segunda secciones de estado
mayor. Por eso, leyendo con distancia, resultan atractivos.
Y ese mismo año apareció
Espías sobre el mapa de África, libro que bien pudiera ser uno solo con
el anterior. Es una colección de diez relatos, que no se limitan a Marruecos,
sino que se desarrollan en otros países lejanos como Etiopía. El primero de
ellos I-K-128 ya se había publicado dos veces con anterioridad, personaje que
le sirve para conectar varios de los cuentos. El autor combina sus historias de
espías con misterios como la existencia de estranguladores de la India,
adoradores de Kali, en Alcazarquivir en un guiño a las novelas de Salgari, o
fabula sobre la muerte de Lawrence en Etiopía. Nos lleva a Uazzan en busca de
un vampiro inglés o viaja a los oasis con su espía favorita. Las narraciones
son más completas que en Mis amigas eran espías, las historias están
mejor trazadas y, en general, son más interesantes para el lector. Con todas
las características de la escritura de De Vega, salvo su defensa del
franquismo, el libro es el mejor ejemplo de país imaginado como el autor recrea
el Marruecos colonial.
Luis A. de Vega, dibujo de Julián Nadal
No hay comentarios:
Publicar un comentario