ORTEGA MUÑOZ, J. FERNANDO: El infierno esmeralda
(Ateneo. Málaga 2010. 172 páginas + 1 hoja. Fotografías).
Ortega Muñoz fue
profesor del Instituto cardenal Cisneros de Santa Isabel (Malabo) desde octubre
de 1967 hasta los primeros meses de la independencia. Sus recuerdos los reúne
en un libro al que da forma de novela, aunque tenga más de recuerdos que de novela.
Los momentos vividos son suficientemente interesantes como para que sean
contados. Los testigos presenciales de los días de la independencia de Guinea
no abundan y sus relatos ayudan a comprender el momento histórico.
El
autor-protagonista es un profesor de instituto que llega a Santa Isabel
(Malabo) en un momento histórico crucial. Es verdad que la Guinea de 1968 no es
la de 2010 –fecha de la publicación del libro-, ni es como la actual. Las cosas
han cambiado mucho. Pero el autor ha tenido la honradez de no reescribir sus
recuerdos de la época y nos presenta la situación, y la manera de entenderla,
como lo hicieron los funcionarios españoles a los que se refiere el relato. En
eso estriba el valor de la novela. En la descripción de la mentalidad de un
puñado de españoles en Guinea que, sin ser colonos arraigados en el país y
depender del cambio de destino que se produciría antes o después, asumen los
valores de la colonización con convencimiento o ingenuidad y observan los
acontecimientos con preocupación y pesimismo.
La tesis que se
transmite, la de los españoles que vivían entonces en la colonia, es que la
independencia fue prematura, que el pueblo guineano no estaba preparado para
una desvinculación colonial tan rápida, que se eligió a un presidente nefasto y
que al poco tiempo el paraíso se convirtió en un infierno. Un infierno, eso sí,
para españoles y guineanos y que quedó silenciado –especialmente los hechos más
graves- por la censura a que fue sometida la situación. En esto, como en los libros de Ramón García
Domínguez, el autor muestra una visión
especialmente negra. Entiende que los actos contra los españoles fueron de una
crueldad alta y que la salida precipitada se debió al terror que originaron.
Los funcionarios
españoles, que vivieron felices y privilegiados, se sienten rehenes del nuevo
presidente ante el gobierno español. Sienten miedo al salir a la calle, al
hacer su trabajo… El autor se detiene en los discursos de Macías, en su
política de desvaríos y en la incapacidad para encabezar un Estado; la novela
se convierte en un gran reportaje periodístico de las primeras intervenciones
públicas del presidente. Y un recuerdo de la situación tensa y el deterioro de
la convivencia en los primeros tiempos. La crisis de las banderas de Bata, el
golpe de Atanasio Ndongo, la locura de Macías… La novela se hace más amarga cuando
el protagonista, que trata de salir del país con los otros profesores del
instituto, comprueba que está en una lista negra por una venganza de ex alumnos.
Toda la tensión que falta en los primeros capítulos, se desborda en los últimos
a pesar de la parquedad del escritor en la novela. Y se resuelve con emoción.
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