ZAMORA LOBOCH, Francisco: La
república fantástica de Annobón (Sial. Madrid 2017. 251 páginas).
El 15 de noviembre
de 1932 tuvo lugar un hecho sorprendente en la remota isla de Annobón. El
sargento Castilla, gobernador del lugar, mataba al gobernador de la colonia
española Gustavo de Sostoa. El suceso, ya de por sí extraordinario, adquiere
mayor complejidad si analizamos la personalidad de ambos, el apartado lugar y
las circunstancias en que se produjo. Para comprenderlo mejor es imprescindible
leer el trabajo de Gustau Nerín ¿Socialismo
utópico en Annobón? La aventura revolucionaria del sargento Restituto Castilla (1931-1932),
presentado en una Conferencia Internacional en la Universidad de Hofstra en
abril de 2009. Tuvo el acierto Nerín de investigar en el archivo de la
Audiencia de Las Palmas para encontrar en sumario de la causa seguida contra el
sargento con los manuscritos de los diarios que éste fue redactando durante su
estancia en la isla.
Castilla era un
hombre de ideas utópicas que se vio como emperador de Annobón y trató de
organizar a su manera la sociedad local. Se enfrentó a los misioneros, dueños y
señores del lugar, y adoptó algunas medidas interesantes como el cambio de
ubicación de la pequeña ciudad de Palé. Los misioneros ejercían de gobernadores
porque eran los únicos españoles en la isla, se usaban de agentes coloniales
por su presencia en los rincones más apartados de la colonia y por su coste
moderado (cobraban las cantidades estipuladas en los presupuestos coloniales).
Era una manera cómoda de mantener autoridad permanente en el territorio, como
se exigía tras la Conferencia de Berlín para colonizar África, y el padre
Juanola al tremolar la bandera nacional impidió que Annobón acabara en manos
alemanas en 1875. Pero Castilla, hombre que al parecer tenía tendencias
depresivas, acabó en un estado de trastorno acentuado por la soledad y la
malaria, impuso un régimen tan coactivo y abusivo como el de los misioneros y
estableció una pequeña tiranía. Cuando el gobernador Sostoa -un diplomático de
ideas avanzadas que puso la República para mejorar el trato a la población
local y controlar los abusos de los coloniales- fue a cesarlo, Castilla lo
mató.
La historia tiene
tintes novelescos, aunque quizás menores de lo que pueda parecer a primera
vista. Así lo vio Luis Leante que en 2017 publicó una buena novela: Annobón (http://novela-colonial-hispanoafricana.blogspot.com/search/label/Leante).
Relato en el que eligió la fantasía, seguramente porque la realidad era poco
para una novela. Y ahora Francisco Zamora, nacido en la isla en la última etapa
colonial, retoma los hechos para su novela La
república fantástica de Annobón.
Zamora construye
una novela desigual que comienza por describir la llegada del sargento Castilla
a Annobón, las primeras medidas que toma como principal autoridad, su encuentro
con una sociedad que desconocía y que quería reformar. Incluye, aunque de
manera suavizada, la relación que mantuvo con una mujer annobonesa. Y se
detiene en largas evocaciones de cómo la enseña a leer que alterna con las
conversaciones que mantiene el militar con el practicante acerca de la
situación política española, el advenimiento de la República como esperanza de
reformas, el anarquismo o la política colonial de España. El autor aprovecha
para dejar constancias de noticias sobre el modo de vida de Annobón que conoce
bien por ser su lugar de origen. Poco se había escrito sobre esto hasta ahora.
Apenas los artículos de los misioneros en La
Guinea Española, poco científicos y muy mediatizados por la moral que querían
imponer. El libro Noticia de Annobón (1962)
de Miguel Zamora (que creo que es el padre del novelista) y últimamente las
investigaciones de Valerie de Wulf Histoire
d l’île d’Annobón et de ses habitants (2914) o Pedro Bodipo Annobón. Su tradición, usos y costumbres
(2015).
La novela discurre
después por historias de annoboneses, modos de vida precoloniales, costumbres y
leyendas. Esa parte que descubre el lector lo que fue la isla en otros tiempos,
constituye lo más original del libro pero rompe el ritmo narrativo y se desvía,
durante la mitad de las páginas, del argumento principal sin conectar uno con
lo otro. Repito que la historia de Castilla y Sostoa posiblemente no dé para
una novela sino se la adereza de imaginación y ficción. En esto el autor es
soberano y puede completar su obra con lo que quiera. Pero corre el riesgo de
menoscabar el interés del lector. El
recorrido etnográfico, lleno de emociones, resulta largo y desconectado de la
trama que parecía ser la principal. Cuando el autor regresa al sargento
Castilla, la novela vuelve a la intriga que nunca debió abandonar. Zamora narra
detalles que conoce seguramente porque se lo han transmitido. La documentación
colonial no abarca todo lo que pasó en Guinea en la época española y que no se
reflejó por falta de interés o, precisamente, porque no se quiso dejar
constancia de determinados asuntos. Es cierto que la memoria oral adolece de
muchas falsedades, de lagunas irreparables y de interpretaciones interesadas.
Pero deja un poso que el autor aprovecha para concluir la historia del pobre
sargento loco y el desgraciado gobernador. Y añade un poco más de bibliografía
a la isla de Annobón
El título me resulta interesante, aunque me temo que más que el argumento, sin embargo no deja de ser interesante también conocer la lucha por el poder en un territorio tan retirado plasmado en un suceso tan extremo como el asesinato.
ResponderEliminarPor si no lo conocía, existe una bibliografía guineana por Erika Reuss Galindo editada en 2008 por Libris que, evidentemente, no puede recoger ninguna de las dos novelas que comenta, aunque sí las otras referencias que aporta.
Como curiosidad en dicha bibliografía aparece una obra de Arturo Pérez Reverte que incluye un relato basado en una anécdota verídica según la autora, acaecida en Santa Isabel.
Un par de referencias más a tener en cuenta para seguir aumentando la colección. Gracias.