FERNÁNDEZ PIÑERO, Julián: Memorias
del legionario Juan Ferragut (Mundo Latino. Madrid s.a. 217 páginas).
Julián Fernández Piñero fue un periodista
catalán muerto en 1974. En 1921 el director de Nuevo Mundo, que era José María Carretero “El Cabalero Audaz”, le
propuso que escribiera unas crónicas de la guerra de Marruecos simulando ser un
legionario en el frente y así surgió el personaje Juan Ferragut. El general
Salom, en su Biblioteca legionaria, indica que las crónicas de publicaron desde
agosto de 1921 a febrero de 1922. Al principio, nadie sabía quién era ese
legionario y se hicieron conjeturas sobre su personalidad. Incluso hubo quién
fingió serlo. El misterio quedó al descubierto al publicarse esta novela,
posiblemente en 1922. Tanto éxito tuvo que el autor usó ese seudónimo para sus
siguientes novelas.
Las memorias de Ferragut tienen
antecedentes. En 1921 publicó esta misma novela en la colección La Novela de Noche, más reducida y con
el seudónimo. Ya comentada: http://novela-colonial-hispanoafricana.blogspot.com/2016/07/mas-sobre-marruecos-en-la-novela-breve_13.html Y ese mismo año, en diciembre, publicó La misma sangre en La Novela Semanal, también con seudónimo y que añade en la que nos
ocupa a partir de la página 141. Hablamos de ella en http://novela-colonial-hispanoafricana.blogspot.com/2013/09/el-desastre-de-annual-en-la-novela_18.html Fernández Piñero no era un corresponsal en el
frente o en Melilla. Las crónicas que forman la novela las escribía, como
señala José Francés en el prólogo, en la redacción de Nuevo Mundo. Pero la exactitud de los detalles nos indica que no
eran fruto solo de su imaginación sino que estaban basadas en lecturas de los
periódicos de la época.
Memorias
del legionario Juan Ferragut es la misma que Memorias de un legionario. Un relato construido por préstamos de
los periodistas corresponsales y con una historia conocida: la participación de
La Legión en los hechos que sucedieron al Desastre de Annual, desde que llegó
para garantizar la defensa de Melilla y la reconquista del territorio perdido. No es la
mejor novela legionaria, pero sí una de las primeras. Fernández Piñero tuvo dos
méritos principales: Uno, comprender el carácter épico de los acontecimientos
protagonizados por el Tercio; dos, comprender el valor literario de la nueva
unidad de Infantería. Vio que en el espíritu legionario, en el elemento humano
variopinto, en las cotas de heroísmo y desprecio a la vida en la guerra y en el
historial de acciones, había material literario. Hay que tener en cuenta que en
1922 ya se habían publicado las primeras novelas de P. C. Wren y que desde 1909
estaban traducidas al español. Ese modelo de novela inspira, en mayor o menor
medida, las novelas legionarias españolas.
La novela está escrita en forma de diario
que comienza el 12 de agosto de 1921 y termina el 28 de enero del año
siguiente. No es solo la plasmación de las crónicas de guerra, sino que incluye
personajes y anécdotas, reales o no, de lo que el autor entendía que era el
ambiente legionario de los primeros días. No lo hizo mal porque, incluso entre
los militares, se pensó que era un legionario de verdad en el campo de batalla
quien escribía el diario. Es la narración emocionada de una campaña, del
impulso guerrero que busca la venganza, de un sentimiento patriótico sin atisbo
de crítica, de elogios al mando y a la manera de llevar a cabo la reconquista
del territorio. En enero de 1922, cuando todavía quedaba mucho por batallar,
Fernández Piñero se debió de cansar del legionario y de sus crónicas y dio por
terminado el relato.
Escribía: Cuando estas líneas se publiquen yo ya seré un hombre fuera de la ley. Juan
Ferragut habrá desaparecido. ¿Muerto? No. Juan Ferragut era el nombre supuesto de
un hombre que ha amado y ha sufrido mucho; que se acercó a la Muerte en una
última y desesperada esperanza y que ya en los linderos de toda negación ha vuelto
a la vida por el milagro fecundo del amor (página 134). Al héroe lo vuelve desertor
y termina la novela que hubiera podido continuar hasta 1925 o más. Ferragut no
murió porque, como se dijo antes, fue el seudónimo habitual del escritor.
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